Mi reseña de Canciones para Paula
Autor:
Blue Jean (pseudónimo de a Francisco de Paula Fernández), Editorial Everest
2009.
Es
el primer tomo de una trilogía exitosa, editada en varios idiomas y con unos
500.000 lectores.
El
libro refleja y refrenda lo que podríamaos llamar modelo global de amor adolescente, dominante hoy entre los escolares
españoles. Por eso las siguientes observaciones críticas, más allá de la novela
en cuestión (que al fin y al cabo no es gran cosa), tienen por objeto este
patrón de conducta y las ideas de fondo que lo sustentan.
Argumento
Paula,
una chica a punto de cumplir los 17, se cita con Ángel, un chico de 22 al que ha
conocido por internet, y con el que iniciará inmediatamente (¡) un intenso
noviazgo. Ese mismo día, sin embargo, también conoce por casualidad a Álex,
otro chico mayor, con el que surge una amistad que irá yendo a más. Para colmo
hay un tercer chico, Mario, compañero de clase de Paula y secretamente
enamorado de ella.
En
torno a estos personajes se irán implicando otros más, con las consiguentes
subtramas sentimentales: las tres amigas de Paula —Cris, Miriam y Diana—, con
las que forma un grupo llamado las Sugus;
Katia, cantante de éxito que busca el amor de Ángel; Irene, hermanastra de Álex
que intenta seducirlo a toda costa; los padres de Paula —Paco y Mercedes—, correctos
aunque condescendientes, etc.
A
lo largo de un par de semanas la acción avanza, con sus encuentros y
desencuentros, hacia un acontecimiento deseado y preparado por todos: el
cumpleaños de Paula. Sus amigas las Sugus le animan a que ese día pierda la
virginidad, más aún, como “regalo de cumpleaños” le pagan la habitación de
hotel para que se acueste con su novio. A Paula le parece lo más lógico, y
después de proponérselo a Ángel, espera el momento con ilusión y nerviosismo.
Al final las cosas no salen exactamente como estaban previstas.
La
acción transcurre en una ciudad innominada de España, en la época
inmediatamente anterior al Whatsapp, es decir, en pleno auge de los móviles, el
Messenger, el sms, etc. El entrecruzamiento de mensajes, los problemas
escolares y la música del momento son el trasfondo constante de la trama.
Valor literario
A
mi parecer, muy escaso. La historia carece de verdadero dramatismo,
precisamente por la simplonería ética de sus personajes. Nadie parece tener
convicciones, creencias o valores que rijan su conducta, sino sólo sentimientos
buenos o malos, que les arrastran inexorablemente a ciertas decisiones, como si
de un destino ciego se tratara. Resultan así figuras estereotipadas, sin
carácter ni complejidad psicológica y con una conducta totalmente previsible. En
realidad no hay drama sino enredo; no hay hondura moral sino embrollo
sentimental. Todo ello presentado en una sucesión de escenitas breves y ligeras,
como secuencias de una teleserie. El libro quiere inspirarse en las novelas de
Federico Moccia, a las que son aficionados Paula y Álex
La
contraportada del libro afirma que el lenguaje es “actual, fresco y dinámico”. A
otros nos parece más bien pobre y sosísimo, muy alejado de la riqueza lingüística
juvenil, tan ocurrente y chispeante.
Fondo ideológico
Curiosamente
no encontramos en la novela conversaciones obscenas ni descripciones
explícitas, aunque el argumento daría para ello sobradamente. El lenguaje de
estos adolescentes es siempre moderado y amable, sin apenas frases malsonantes
ni críticas hirientes, tanto que parece irreal. Es como si el autor quisiera
destacar lo que la historia tiene de romántico, dulce y casi “inocente”, hasta
el punto de rayar en lo utópico. En la mayoría de los personajes —excepto
Irene— apenas hay rastro de soberbia, cobardía, manipulación o pasión
desordenada: son todos encantadores. Diana, que al principio parece lujuriosa,
demuestra al final ser todo dulzura y buen corazón. Especialmente los chicos
(Ángel, Álex, Mario) son unos buenazos: nobles, rectos y generosos, aunque
incomprendidos y necesitados de cariño (y por “cariño” entiéndase aquí los
favores amorosos/sexuales de las chicas…).
En
este “buenismo” de los personajes es posible adivinar, a mi juicio, una trampa verdaderamente falaz, y además
machista. Envuelto en el celofán de los sentimientos bienintencionados, el
autor quiere presentarnos como lo normal (y
por tanto normativo), cierto
comportamiento amoroso/sexual, que en realidad no tiene nada de ingenuo, pues
conlleva serias consecuencias éticas, psicológicas y sociales. Aunque la
mochila de Paula esté decorada con la teleserie infantil de las Supernenas, lo que guarda en ella,
además de los libros, son los condones para acostarse con el novio. Y digo
machista, porque en esta normalidad
la que más sale perdiendo es la mujer, ya que su peculiar hondura para leer y “apersonar”
los sentimientos queda aquí reducida a una caricatura sensiblera y rosa. En
este punto creo que las feministas radicales aciertan cuando atribuyen a los
varones la creación de este estereotipo de muñequita romántica, dulce y
dubitativa, incapaz de sentido crítico y rebeldía, aunque eso sí, totalmente
dispuesta a acostarse con el primer galán que la conquista. Y así es
precisamente el personaje de Paula.
Lo
explicaré con más detenimiento en los siguientes puntos:
1)
Visión reductiva de la sexualidad.
Todos
los personajes comparten, con pasmosa unanimidad, una idea de sexualidad definida
por tres notas:
a) El
sexo no tiene nada que ver con el matrimonio. De hecho, cuando Paula
propone a Ángel tener relaciones este contesta: “Sí, quiero ser el primero. Y
te prometo que todo será perfecto”. Ahora bien, “ser el primero” significa
obviamente que se cuenta con que habrá otros después de él.
b) El
sexo no tiene nada que ver con la transmisión de la vida. Tanto las Sugus como
los padres de Paula dan por descontado el uso de preservativos. Nadie se
plantea la relación del sexo con la procreación.
c) El
sexo no tiene nada que ver con la castidad, es decir, con la purificación
del corazón, la lucha contra la lujuria, la formación de la conciencia, el don
de sí y la gracia de Dios. En efecto, para todos, empezando por los padres, el
sexo no necesita ser formado, educado e integrado en la persona, como realidad
humana que es, sino tan sólo usado de
la manera más satisfactoria posible.
Estas
tres notas implican claramente una visión reductiva y deformada de la
sexualidad humana, en la que se esconde el miedo a las consecuencias que ella
comporta, y la sumisión acrítica al código de conducta hegemónico. Además, por
ser el lenguaje del amor, tal falsificación
del sexo lo es también del amor mismo. Es un amor sin vocación, permanentente
inmaduro, lastrado por trampas y complicidades, que nunca acaba de echar raíces
en el corazón. Lo vemos en Paula cuando está a punto de consumar su relación
con Ángel. En ese momento le asalta el recuerdo de Álex y decide
inesperadamente interrumpir la unión. Se siente entonces presa de una dolorosa
crisis de identidad: no entiende ni lo que hace, ni lo que significa, ni lo que
pretende, ni lo que busca y, a la postre, ignora quién es ella misma.
2)
Falta de sentido crítico
Como
digo, todos los personajes aceptan sin crítica alguna los mismos
convencionalismos vigentes sobre el amor romántico, con sus patrones de
conducta, sus fases, sus ritos, su pose esteticista, sus tabúes, etc, sin
advertir lo que hay en todo ello de constructo artificial, fruto de complicidades
morales, y de intereses políticos y comerciales. Concretamente la música que
sirve de trasfondo y referencia constante de la historia, es obvio que envuelve
una idea del amor y del sexo del todo cuestionable. Muchos de los cantantes
citados con admiración, transmiten en sus letras y actitudes vitales un claro
mensaje hedonista, consumista e individualista, ajeno por completo a los
problemas sociales y a la miseria del mundo.
3) Pasividad educativa
Los
padres de Paula —Paco y Mercedes— reproducen un cliché trivial y manido, sin
profundidad psicológica alguna. Como figuras de cartón, su aparición se limita
a tres momentos:
— para
quejarse de que Paula llegue tarde (por sus salidas secretas con Ángel);
— para
aconsejarle usar anticonceptivos cuando adivinan sus escarceos amorosos;
— para
aceptar al novio, una vez que lo han conocido y les cae simpático.
Con
ello la intención del autor parece ser la de presentarnos a unos padres
decentes y correctos, y al mismo tiempo flexibles, comprensivos y cariñosos. Son
los padres políticamente correctos de hoy día, que combinan la firmeza con la
tolerancia. Sin embargo, lo que demuestran es más bien un interés nulo por la educación de su hija, a la que dejan
desamparada en un terreno tan delicado como la formación en el amor humano y la
sexualidad. Son padres concordes con la idea de amor humano de la hija,
descrito más arriba. Un amor que no es educado ni educable, y que no se inserta
en ningún proceso de autoconocimiento, purificación ni superación, pues está
hecho exclusivamente de capricho sentimental y libertad individualista. Partiendo
de tal idea, ¿qué pueden decirle a su hija adolescente? Sólo les cabe
recomendarle dos cosas: que se mantenga dentro de la corrección social y… que
use anticoncepetivos. Ahora bien, unos padres así ¿realmente quieren a su hija?
¿Y ellos mismos se quieren entre sí?
Este
sentido utilitarista y relativista de la educación viene reforzado por la
figura del profesor de mates, único docente que aparece en la historia. Se
trata de un sujeto antipático y presuntuoso, que demuestra completo desinterés
por los problemas personales de sus alumnos. Se diría que el autor quiere
dejarnos claro que, en materia de amor humano, los adolescentes deben
apañárselas solos.
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En
resumen, se trata de una novela de escaso valor literiario pero de gran
influencia entre los adolescentes, en especial chicas, en la que se transmite
una idea conformista e ideologizada del amor humano envuelta en un tono amable,
sentimental y esteticista,
P.Prieto